martes, 3 de octubre de 2017

New Rose Hotel - 1998


Director: Abel Ferrara

Yo pensé que entre la primera y la segunda patita de este repaso a la filmografía pre-2000 de Abel Ferrara no habían pasado más de unos cuantos días, máximo dos semanas, pero con sorpresa me di cuenta, involuntariamente, que entre "Bad Lieutenant" y "Body Snatchers" pasó prácticamente un mes. ¡Un mes! Cuando me percato de estas cosas no dejo de sentirme desorientado y confundido. "New Rose Hotel", que es la de hoy y la última que Ferrara dirigió antes de que el mundo explotara a la llegada del nuevo milenio, me tenía con altas, o mejor dicho moderadas pero plenas expectativas, básicamente porque es una propuesta cyberpunk y me llamaba la atención la visión o el tratamiento que aportaría un director tan frontal, personal y particular como Ferrara a este subgénero que tanto me fascina.


No sé si Ferrara logrará remontar alguna vez la calidad cinematográfica que lo hizo tan grande en su momento. "New Rose Hotel", que se basa en el relato homónimo escrito por William Gibson, es una película fallida, mediocre y soporífera. Además es una pésima adaptación del relato de Gibson, que no es la gran cosa aunque su argumento entretiene lo suficiente; en todo caso el fuerte de dicho relato es la gran carencia del presente film: el tratamiento del cyberpunk. En esta película el cyberpunk, todo lo que el cyberpunk ofrece en tantos apartados, es apenas un contexto, un acartonado telón de fondo que se toca de manera tangencial. Gibson nos cuenta la historia de un espía empresarial que trabaja para una gran compañía multinacional biotecnológica que le encarga el secuestro (o a lo mejor él y su colega, un tal Fox, se lo proponen a los peces gordos; ya no recuerdo muy bien: hace mucho tiempo que leí esa historia de diez páginas) de un prodigioso científico que trabaja para la competencia, entuerto que se complica con una conspiración que tiene que ver con una mujer, misteriosa femme fatale, de la que se enamora perdidamente. Todo, claramente, ambientado en un futuro indeterminado pero cercano (Gibson escribió la historia a mediados o fines de los ochenta). Si bien la conspiración sirve como hilo conductor, como esqueleto de la estructura argumental, el fuerte de su relato, reitero, consistía en la descripción de un futuro hipertecnológico en donde el abismo entre ricos y pobres parece insalvable; en donde gobiernos y negocios privados son tan íntimos que no se sabe en dónde comienza uno y dónde termina el otro; en donde las historias mezclan códigos del relato negro y de la ciencia ficción, agregando un fuerte componente político y social; en donde las sociedades e individuos, todos por igual, están tan alienados que no saben qué sucede allá arriba, en las altas esferas, y cómo estos juegan con sus vidas como si fueran títeres. Aunque no se ve, o mejor dicho no se utiliza eso de la carne versus la máquina/lo orgánico versos lo artificial (según yo, materia fundamental del cyberpunk), New Rose Hotel, aunque es una historia efectiva y estimable, sí puede considerarse una sólida propuesta cyberpunk.
Pero ahora tenemos una película que prefiere centrarse en el plan, en la conspiración, ignorando por completo su adn cyberpunk. "New Rose Hotel" no tiene nada de cyberpunk, ni en términos sustanciales, intelectuales y filosóficos ni mucho menos (échenle la culpa al presupuesto, vamos) en su apartado estético. Esto podría perdonarse un poco si no fuera porque "el plan" también ignora el asunto de las multinacionales y su dudosa, sombría ética y moralidad, incluso espiritualidad, reduciendo este componente a un mero juego de nombres y palabras cruzadas. En realidad "New Rose Hotel" es un burdo y vergonzoso melodrama (con ínfulas de erotismo... las escenas de sexo abundan y uno no sabe por qué...) de 'ciencia ficción' que se aprovecha de la conspiración para "contarnos" la historia de "amor" de un espía empresarial con una prostituta que recluta, relación afectada por todo este desapasionado y olvidable entuerto (el cual, perdonen la insistencia, resultaba interesante gracias a su rico trasfondo). El protagonista es un desaprovechadísimo Willem Dafoe; su colega Fox es Christopher Walken y la prostituta reconvertida en espía es Asia Argento, que por ser hija de Dario Argento parece creer que puede actuar. Lo peor son dos cosas: primero, Ferrara dirige como si no tuviera energía: la narración es descafeinada, plana, somera, cansina, apagada, displicente... sus imágenes carecen de fuerza, de intención, de arrojo; segundo, está tan mal escrita que el relato termina a los sesenta minutos pero, por alguna razón, la película continúa por treinta eternos minutos más en un insufrible bucle de lastimosas imágenes que repiten una y otra vez escenas que vimos en la primera hora, sin que nosotros sepamos si la intención de fondo es explicarnos qué demonios sucedió con esta conspiración o, simplemente, sumir al protagonista en su propio... sí, su propio infierno personal... ya parece chiste la cosa, ¿no?
En fin, con un pésimo guión (los diálogos dan vergüenza ajena, por mencionar otra cosa) y una mala dirección e interpretaciones o desaprovechadas o directamente mediocres (Argento), ¿qué otra cosa podía resultar? Una verdadera lástima, una completa decepción. Mala, mala, mala. Peor que mala. ¿Cómo es que de un año para otro Ferrara se fue tan a la mierda? ¿De verdad dependía tanto de ese genio del guión que era Nicholas St. John? ¿Acaso importa a estas alturas?

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