domingo, 10 de septiembre de 2017

The Deer Hunter - 1978


Director: Michael Cimino

A mitad de semana pensé "qué demonios, veamos 'The Deer Hunter'", y de inmediato me puse a verla, sabiendo que, por alguna razón, no habrían ruidos ni interrupciones dentro de sus tres magníficas horas de duración. La anterior película de Cimino, su opera prima "Thunderbolt and Lightfoot", la comenté el año pasado, el cinco de julio, teniendo en mente continuar con sus siguientes películas dentro de los próximos días. Bueno, ha pasado más de un año, cuánta disciplina, ¿eh? Prometo que "Heaven's Gate" no tardará tanto en llegar.


"The Deer Hunter" es una maravillosa obra maestra. No es una película bélica ni tampoco una película de Vietnam; es más grande que eso, más íntimo también. Es una obra maestra, realmente no puedo explicar o diseccionar sus cualidades como si éstas se encontraran únicamente en el apartado técnico y formal. Como dije la otra vez, la poesía de las cosas se siente, nada más que ello. Los sentimientos no se pueden explicar, y "The Deer Hunter" es puro sentimiento, es la historia de tres amigos que se van a Vietnam y de los que se quedan en un tranquilo y pequeño pueblo "ruso" de trabajadores de acero, pero como dije, es mucho mucho más que sólo Vietnam (la guerra es un acontecimiento, no la realidad), es la vida misma de estos personajes, vidas que cambian inevitablemente con el paso del tiempo (a pesar de la rutina), vidas que se trastocan, que dan un giro, que mejoran o empeoran, que siguen igual, que florecen o se marchitan y vuelven a florecer, de ciclos, vidas inciertas, de celebraciones y condolencias, de risas y llantos, de sueños y decepciones, de esperanzas y frustraciones, de amores y desamores, de pasiones a medias y dolores sordos, de despedidas y regresos, de cantos y silencios, de amplias sonrisas y ojos humedecidos, de calles oscuras y cielos inabarcables, de suciedad y belleza, de sangre y lágrimas, de sorpresas y malas noticias, una película inmensa, compleja a tantos y tan variados niveles (narrativos, humanos, morales, cinematográficos...), tan emocionante como devastadora, tan festiva como capaz de tenerte con un nudo en la garganta. Un retrato, un paisaje. Imágenes deslumbrantes en su lirismo, imágenes despojadas y desamparadas. Escenas llenas de vida, escenas llenas no sólo de muerte, sino que peor: escenas en donde no hay nada, sólo ojos apagados y actos mecánicos y sinrazón y vacío, soledad, allá en Vietnam y acá en este pueblo, en la mirada de Meryl Streep, en todos lados, la "guerra" está en todos lados, la vida es difícil en todos lados, pero también bella, complicada, sencilla, inexplicable. Y ese tramo final... ese tramo final es puro cine. Y ese canto final... ese canto final es amor.
Qué puto genio Cimino. Qué película, qué maravilla.

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