domingo, 17 de septiembre de 2017

Heaven's Gate - 1980


Director: Michael Cimino

¡¿Qué?! ¿No ha pasado ni una semana desde "The Deer Hunter" y ya les estoy comentando, en exclusiva, casi cuarenta años después de su estreno, la monumental "Heaven's Gate"? Creo, con gran entusiasmo, que los jueves son los días ideales para ver películas largas: ¡tres horas y media sin interrupciones!


A estas alturas ya saben los problemas que tuvo esta película, siempre tachada como la producción que hundió y quebró no sólo a la United Artist, sino que también a ese modelo de producción que a finales de los sesenta y sobre todo a lo largo de los setenta, de la mano de nombres como Scorsese o Coppola, permitía mayores riesgos en términos creativos y cinematográficos en tanto la figura del director (con la compañía de colaboradores cercanos), sus decisiones e ideas, cobró esencial fuerza y peso dentro de la industria. Según los entendidos, el fracaso comercial de "Heaven's Gate", provocado por la megalomanía (siempre se usa esta palabra para criticar algo demasiado grande para las masas... Lo mismo se dijo de "Vinyl", la megalómana sería de Scorsese y Mick Jagger) de Cimino, cabeza de turco y chivo expiatorio ideal en este entuerto, le dio la excusa perfecta a los grandes estudios para que éstos volvieran a tomar el control creativo de sus producciones, a recuperar el derecho a hacer y deshacer lo que se les antojara (armar un montaje distinto al del director, contratar a otro para que haga refilmaciones, etc.: la película como "producto"), convirtiéndose nuevamente en los dueños de todo el pastel. Una de las anécdotas preferidas para ilustrar la responsabilidad de Cimino en el declive de United Artists cuenta que, en una buena jornada de rodaje, cuando la producción ya se encontraba atrasada gracias a las más de veinte o treinta tomas que cada escena requería o a ciertas exigencias que demandaban grandes cantidades de tiempo y dinero, todo por causa del director, Cimino esperó horas (¿dos, tres?), paralizando al equipo humano, para que algunas nubes lucieran de cierta manera y recién ahí ponerse a filmar. ¡Esperar dos horas para que una nube se ponga de cierta forma! Lo cierto es que la nube es hermosa y el plano es hermoso, eso no se puede negar. Acá también les dejo otra verdad irrefutable: si el productor no sufre, si el productor se la pasa con una sonrisa de oreja a oreja a lo largo de toda la producción (especialmente en rodaje), entonces algo está faltando, algo se está haciendo mal: algo, lisa y llanamente, no se está haciendo.
"Heaven's Gate" es una obra maestra, monumental y gloriosa, cine imposible de replicar, cine hecho por un incomprendido, un suicida atacado por los domesticados, los ñoños, los vendidos de siempre, quienes lograron que su visión del cine, una visión ferozmente dedicada al cine mismo (cine entendido como arte, como una expresión propia, como un espejo del mundo, como un viaje al interior del alma y la humanidad, como un reto, como algo único), se convirtiera poco menos que en un absurdo capricho de gente "que no sabe trabajar". El fracaso comercial no es culpa de Cimino, sino de la prensa, los críticos, los espectadores, toda una red de serpientes incapaces de entender la magnitud del film que se movía frente a sus ojos, reticentes a ver más allá de la circunstancias y la pura formalidad, que, por supuesto, tampoco supieron leer bien. ¿Demasiado larga? ¡Qué importa, por dios santo! "Heaven's Gate" es una película viva, llena de vitalidad en cada fotograma. También de muerte, pero es que la muerte forma parte de la vida, de vivir: por eso esta película es tan poderosa, tan rebosante de vida.
¿Vale la pena decir más? ¿Reseñar el argumento?, ¿alabar las interpretaciones del increíble reparto?, ¿elogiar la fotografía y la encarnizada dirección de Cimino? "Heaven's Gate" es una obra maestra, una película brutal, preciosa, desoladora, bella, sublime, sucia, íntima, magnífica... el intemporal retrato de una época, de un tiempo y un lugar, de una forma de vivir y hacer las cosas; el detallado paisaje de humanos, costumbres e historias. Qué más quieren saber.
Eso sí, no perderé la oportunidad de hacer la siguiente observación y luego otra: ¿no les parece que Kris Kristofferson y Jeff Bridges son perturbadoramente parecidos? Los tienes uno al lado del otro y parece que fueran padre e hijo, o, en su defecto, hermanos nacidos con años de separación. Y lo otro: ¿de nuevo los putos ganaderos sembrando muerte y derramando sangre? Cómo no, si es su puto trabajo. A qué otra cosa se pueden dedicar estos asesinos, digo yo. Y sí, tampoco hay que perder la oportunidad de señalar que Cimino hace una película sobre los sangrientos cimientos morales de Estados Unidos, construidos sobre la sangre de desposeídos, y la hipócrita pleitesía que se le rinde sistemáticamente. Ni héroes ni triunfadores, ni sueños ni paraísos. ¿Cómo podía "Heaven's Gate" doblarle la mano a esta fría e impersonal maquinaria?

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