sábado, 14 de enero de 2017

Opus Dei, una cruzada silenciosa - 2006


Dirección: Marcela Said & Jean de Certeau

El otro documental del día es "Opus Dei, una cruzada silenciosa", también de Marcela Said, aunque en la ocasión se sumó a las labores de dirección Jean de Certeau, su marido. Vayamos al grano...


Formalmente hablando, "Opus Dei" no se diferencia prácticamente en nada de "I love Pinochet", es decir, los directores tratan de exponer la cara oculta de una de las organizaciones más secretas y enigmáticas de la Iglesia Católica, a la cual pertenecen algunos de los más ricos de más de ochenta países, según se nos dice, hablando con algunos de sus afiliados (o numerarios) y visitando algunas de sus construcciones, como colegios, universidades, casas, etc. Y es que, aunque el Opus Dei se considere una organización pobre, sus afiliados sí que tienen dinero... eso también se nos dice. En menos palabras, el documental expone algunos hechos sobre el Opus Dei (se creación, su misión y visión, su llegada al país, su relación con distintas dictaduras del mundo), muestra algunas impresiones de gente externa a la organización y, claro, da espacio a los pensamientos de los que sí pertenecen a ella. Como documental no tiene gran valor cinematográfico y también me alarma el tono decididamente morboso y efectista de la realización, y ojo que no estoy defendiendo a la organización ni mucho menos, pero pregunto, ¿es necesario poner música tenebrosa cada vez que se nos habla de los grandes y oscuros secretos de la organización o de sus deseos de dominar al mundo, entre otros trucos de dudoso fin? No vine a ver una historia de Dan Brown, por favor. Claro, es alarmante escuchar a niñas y nanas hablar sobre sus roles a cumplir, aceptar esa abnegación cristiana pero en modo social y clasista, o la influencia/poder que la organización pretende obtener, pero los forzosos intentos de generar una reacción dada me parecen muy poco profesionales. Combatamos el lavado de cerebro mediante una realización manipuladora, muy bien. Pero, a fin de cuentas, es necesario que estas cosas se sepan y se den a conocer, aunque, insisto, quien esté medianamente al tanto no se verá sorprendido.
Terminaré con una pregunta: que no me haya gustado este documental ¿me convierte en un maldito fascista, fanático religioso que apoya dictaduras, violaciones a los derechos humanos y segregación o elitismo? En otras palabras, ¿me convierte eso en un imbécil integral?
Prometo que los documentales de mañana serán documentales buenos, por favor créanme, ¡no me abandonen!

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