jueves, 15 de diciembre de 2016

Kanojo to Kanojo no Neko - 1999


Director: Makoto Shinkai

El segundo trabajo de Makoto Shinkai es un cortometraje de cuatro minutos y medio titulado "Ella y su gato" (¿creen que voy a volver a escribir el título original de nuevo?). No me caen mal los gatos, ¿pero no encuentran ridículo ese culto que le pregonan la gente aburrida en internet, como si fueran los amos del universo? "El gato rompió el jarrón caro de la nada, ¡bravo, es lo mejor que me ha pasado en la vida!". Por favor... Por eso siempre me pongo suspicaz cuando cualquier tipo de obra contiene gatos y, además, hace buen escándalo de ello. A los perros los meten en las películas para que los maten, pero a los gatos para que sean tiernos... pffff... No por nada aún no he querido leer "Los diarios gatunos" (o como se llame) de Junji Ito. ¿Por qué vi, entonces, "Ella y su gato"? Oh, bueno, verán...


En efecto, me vi sorprendido porque "Ella y su gato" no es la típica historia con gatos hecha por gente que básicamente necesita validar la razón de porqué se lleva mejor con los gatos en vez de las personas (algo que se entiende, por favor, ni que las personas fueran la gran maldita cosa), sino que es una conmovedora y atípica historia de amor que tampoco se queda en los aspectos más trillados y previsibles del, digamos, drama romántico. "Ella y su gato" trata sobre dos personajes y la fuerte conexión que sienten y que determina sus vidas, una conexión que les da sentido y que conforman todo su mundo, el cual es capaz de extenderse tanto como las dos almas conectadas se distancien entre sí (aunque en cierta forma siempre estén juntos). El relato es narrado (mediante bellos y sensuales textos que acrecientan aún más esta inefable sensación melancólica) desde el inocente y honesto punto de vista del gato, cuya transparente mirada enaltece y sublima cada acto de su dueña, desde las cosas más simples y aparentemente insignificantes hasta los momentos más cruciales y definitivos. Lo más descorazonador de "Ella y su gato" es que jamás sabemos con cierta certeza qué sucede con la dueña del gato, pero la contraposición entre la mirada optimista de éste y la desolada realidad que denota la dueña puede que genere cierta desazón en el espectador, que no sabe si atestiguar una continuación o una despedida.
Precioso y sincero. Disfrútenlo.

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