sábado, 17 de diciembre de 2016

Hämta en cykel - 1968


Director: Roy Andersson

Hace rato comentamos el primer cortometraje de Roy Andersson, así que ahora comentaremos el segundo. Contaría un chiste, así estas líneas no lucirían tan escuálidas, pero, francamente, no me sé ninguno. Esperen... Knock, knock. ¿Quién es? Lo sabrán después del salto...


...Falso, sólo quería engancharlos. Ahora que estamos aquí todos juntos, continuemos.
"Hämta en cykel" mantiene las formas de "Besöka sin son" e incluso su discurso conserva puntos en común con aquel primer cortometraje, sin embargo, pareciera ser un corto totalmente distinto toda vez que la intención es radicalmente opuesta. Si en "Besöka..." la mirada de Andersson era irónica y hasta despiadada, la de "Hämta..." es amarga y resignada, incluso hermética. Permanece el interés por la lejanía que surge en las relaciones interpersonales y sociales, en este caso una pareja de jóvenes que viven juntos y entre quienes, no obstante, se construye un gris y grueso muro que impide toda conexión real y significativa. También nos reencontramos con el retrato de una cotidianidad, si bien en "Besöka..." ésta era de naturaleza satírica, mientras que en "Hämta..." esa realidad es una realidad extraña y viciada. La diferencia más importante, lo que he intentado decir todo este rato, es que en "Bësoka..." el discurso se integra plenamente a la puesta en escena de Andersson, por su parte, en el presente se caracteriza por un discurso abstraído de su lenguaje cinematográfico, con una cámara impasible que sólo se limita a registrar la decadencia de una relación en un acto aparentemente inofensivo e insignificante: un despertar, un desayuno, un silencio, una salida al trabajo... momentos del día en los que el Fin reposa y acecha, esperando su liberación, es decir, la destrucción definitiva de una relación entre dos personas. El flujo de emociones y conflictos subyacentes es notorio, y aunque en la superficie poco pase, la crisis latente, justamente, aumenta paulatinamente la densa atmósfera de extrañeza e incomodidad, desamparo.
Interesante segundo trabajo el de Roy Andersson, un director dotado de una mirada propia y de una sensibilidad cinematográfica elocuente, dos elementos que confluyen con coherencia en una sola entidad. Veamos qué nos dicen sus otros cortometrajes, y me permito parafrasear al personaje de Leonardo DiCaprio en "Django Unchained": Roy Andersson tenía mi curiosidad, pero ahora tiene mi atención. Je, je.

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