domingo, 21 de agosto de 2016

The Swimmer - 1968


Director: Frank Perry

Antes de continuar con los viejos planes, me entraron ganas de ver "The Swimmer", quizás porque me gusta nadar, aunque la razón pudo ser cualquiera en realidad, francamente no lo sé, supongo que así son los impulsos. ¿A qué viene tanta cháchara? Pues a lo mismo de siempre, sea lo que sea eso. Les contaría lo que soñé pero no viene al caso, además creo que sería mejor, para que no me tomen por loco o demente, que dejáramos ese perverso sueño lejos de la realidad. En efecto, no he dormido muy bien, y sin embargo pude disfrutar de esta película en plenitud de mis facultades mentales.



"The Swimmer" es una película rarísima, pero ahí radica su encanto y su poder. La película comienza con Burt Lancaster saliendo de unos árboles y lanzándose a la piscina que tiene enfrente suyo. ¿De dónde salió?, ¿por qué?, ¿cómo? Múltiples preguntas son las que suscita el relato, y eso es sólo el comienzo, porque la incertidumbre inicial luego deviene en un denso clima de extrañeza y misterio, especialmente cuando comencemos a notar que algo no anda bien con Lancaster, que parece haber una verdad escondida esperando desesperadamente salir a la luz, intentando penetrar la imagen en todo momento aunque con escaso éxito dada la impostada superficie de cortesía. En realidad esta adaptación del relato homónimo de John Cheever es una tremebunda y pesadillesca alegoría de la decadencia burguesa, aunque podría ser otra cosa también, uno nunca sabe. El asunto es que Burt Lancaster aparece de la nada, como alma en pena, en la piscina de una casa amiga, y ahí decide que es buena idea volver a su hogar dándose un chapuzón en la piscina de cada vecino entre su locación actual y su destino. Este divertido método lo hará, claramente, encontrarse con los dueños de las fastuosas casas, cada quien, de manera cada vez más desdeñosa y explícita, de alguna u otra forma le irá obligando a confrontarse a sí mismo, como si cada vecino fuera un espejo deformante de la imagen que Lancaster tiene de su persona, de su vida. Lancaster es la parodia del burgués, pero no lo sabe porque vive encerrado en su burbuja, alimentando una ilusión, y sólo el resto puede ver a través de las mentiras y romper la burbuja. En cualquier caso, no crean que "The Swimmer" es un drama cualquiera, pues sumado a su extraño argumento (màs o menos como en "Cosmopolis", en donde el protagonista decide ir a cortarse el pelo al otro lado de la ciudad, sin importar cuánto pierde en el camino; acá la relación va por la tozudez de los protagonistas), la sensual y bizarra puesta en escena de Frank Perry hace que, además de brutal, este paseo por las sombras y los bajos instintos de Lancaster y la burguesía sea una experiencia del todo surreal (y no lo digo sólo por algunas secuencias decididamente oníricas, por su tono de perpetua ensoñación). Por lo demás, en base a esta unidad dramática (la decadencia burguesa, el descenso a los infiernos), las variadas escenas, cada una con su conflicto y su tensión particular, se complementan a la perfección entre sí, manteniendo en todo momento esa agobiante sensación. Por último, y como aclaración, el director no es particularmente severo con el protagonista, más bien le compadece y sufre con él las miserias que se van acumulando sobre su espalda: el dolor de este hombre cegado por sus sueños se siente en cada fotograma, aunque lo peor es que no hay posibilidad de catarsis y, al parecer, Lancaster vivirá aprisionado en sus mentiras toda su vida. Una verdadera lástima, y eso que el filme comenzaba tan amigablemente... Es la caída del burgués... o no.
Y ojo, que Lancaster está toda la película vestido sólo con un diminuto traje de baño azul.

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