viernes, 29 de abril de 2016

Menschen am Sonntag - 1930


Directores: Edgar G. Ulmer & Robert Siodmak

Hoy día tenía planeado comentar otro documental, el último de este improvisado ciclo, pero, francamente, estaba un poco aburrido de ver documentales, y miren que he tenido satisfacciones estos últimos días, pero pienso que principalmente quería volver a la ficción. ¡Si fueron doce documentales seguidos, por dios! Igual el presente film es la perfecta transición de documental a realidad, pienso... "Menschen am Sonntag" es una notable conjunción de talentos que cuenta con Billy Wilder escribiendo el guión junto a Curt Siodmak, y con Edgar G. Ulmer y Robert Siodmak en la dirección, la primera vez que ambos se encargaban de dichas labores. Muchas son las bondades de esta sencilla y encantadora película, y, como es usual, acá intentaremos hablar un poco de un par de ellas, siempre y cuando el universo se encuentre generoso de ánimo y espíritu.


En la ciudad de Berlín, cinco amigos (aunque cuatro de ellos tengan verdadera acción) esperan con ansias el domingo, día en que podrán relajarse y liberarse un poco de la rutina y el trabajo y todas esas cosas que nos obligamos a hacer. Pero ojo, pues puede que el día no sea tan, tan relajante.


De los cinco personajes que nos introducen al inicio, justamente el que menos acción tiene, es decir la modelo que se la pasa tirada en su cama, es quien más me gusta y atrae, no sólo por su innegable belleza como por esa independencia social que tiene, un desenfado que le permite hacer lo que quiera sin importarle el qué dirán. ¿A quién no le gustaría quedarse acostado en la cama descansando en vez de salir con payasos? Ese es el sueño, querida, ese es el sueño...
"Menschen am Sonntag" es una película mucho más grande de lo que podría parecer, abarca tanto pero sin perder el norte ni pecar de pretenciosa, logra enfocarse en aquello que le da vida eterna a la imagen: la cotidianidad, con los infinitos detalles que le enriquecen a cada momento (o todo lo contrario, pero que dan vida al fin y al cabo). La cotidianidad de cinco amigos que trabajan, conversan y planean un agradable día de domingo, pero también la cotidianidad de una sociedad, de una ciudad que también trabaja, duerme y descansa, pero que parece no detenerse en ningún momento. O quizás el elemento que da vida a la imagen sean las personas; en todo caso, las personas somo las que vamos conformando la cotidianidad, para bien o para mal. "Menschen am Sonntag" es imperdible como documento histórico y como ejercicio cinematográfico, del cual destaca prácticamente todo: partiendo por su guión, con sus excelentemente construidos personajes y una trama que comienza ligera y hasta frívola (nada reprochable) pero que poco a poco, sin convertirse totalmente (así como de un género a otro), va adquiriendo oscuros conflictos que involucran los celos y la lujuria, entre otras lindezas, dando forma a un complejo y nada acomodaticio entramado de relaciones interpersonales no muy grandilocuentes ni efectistas en sus premisas y tratamientos pero sí totalmente reales y verosímiles. La narración, fluida a más no poder, es otro aliciente más. La puesta en escena de Ulmer y Siodmak es verdaderamente fenomenal, primero por la potente descripción de la vida diaria que retrata, y por dejarnos secuencias sorprendentes y memorables por la belleza y atrevimiento que desprenden, por ejemplo cuando el amigo caliente tiene sexo con la chica rubia: primero los vemos besándose en planos cerrados, luego los vemos en un plano general que poco a poco se desvía de sus cuerpos aún intactos, apuntando al cielo y los árboles y los caminos, para luego volver a unos cuerpos, vestidos y todo (sin estar haciendo nada), pero que tienen todas las señas de haber tenido deliciosa acción... y todo lo anterior ¡sin corte alguno! Pero la secuencia que verdaderamente me robó el corazón (así tal cual) fue la de los rostros fotografiados, que es cuando la cámara de los directores captura los rostros de un sinnúmero de anónimos (claramente no actores ni nada por el estilo) alemanes que sonríen y nos muestran lo bello del día a día, o al menos del domingo, cuando todos pueden ir al parque, solos o con la familia y los amigos, y ser ellos mismos: poesía pura, encuentro yo: la belleza y honestidad de la espontaneidad. Y el final es francamente interesante, dejando claro que el domingo tiene un carácter casi sublime y divino para la gente, un efecto liberador, como si fuese una tregua de la vida real o, al contrario, de esa vida artificial de trabajo y rutina.
Tanto por su lado ficticio como por su lado documental, y claramente por su enorme calidad y sensibilidad cinematográfica, pienso que "Menschen am Sonntag" es una verdadera obra maestra. Ya quisieran muchos filmar la realidad de manera tan transparente, natural y humana como lo hicieron Siodmak y Ulmer...

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