jueves, 29 de octubre de 2015

She wore a yellow ribbon - 1949


Director: John Ford

  Volvemos al camino del que nos descarrilamos, de muy mala manera, ayer. Volvemos con John Ford y con él terminaremos este mes de octubre. Al inicio de "She wore a yellow ribbon" suena una canción que me sonaba muy pero que muy familiar, y pocos segundos después recordé que era aquella que Tommy Lee Jones cantaba al final de "The Homesman", sin duda un final extraño pero apropiado (si lo pensamos bien) para dicho film; aunque, revisando el video en YouTube, me doy cuenta que lo similar no es la letra sino el ritmo, pero es de esperar que las melodías nos transporten en primer lugar, aunque tampoco quiero pecar de pomposo. Bonita canción sin duda (la del film de Ford), y excelente forma de comenzar una gran y emotiva película, nuevamente comandada por un fenomenal John Wayne. Mucho mejor de lo que esperaba, sí señor.


  John Wayne es un capitán de la caballería del ejército de Estados Unidos, y está a unos cuantos de días de su retiro definitivo, sin embargo, en esos días debe emprender un último patrullaje que no estará libre de problemas, ya sea porque varias naciones indias decidieron unirse en una guerra contra el hombre blanco o porque un superior militar de Wayne le pide una tarea inapropiada para tan inestable y peligrosa situación. Al menos sus últimos días no serán aburridos.


  No es país para viejos... Bueno, ni tan así, pero casi. De todas formas gran película "She wore a yellow ribbon". Nuevamente Ford prescinde de discursos preconcebidos facilones para adentrarse en la intimidad y en la psicología de sus personajes y el espacio en el que habitan, en el que dejan su impronta y su Historia; desde luego, lo mejor de la función es John Wayne, en un rol distinto a lo que le estaba acostumbrado a ver, pero que demuestra (aunque a esas alturas ya no fuera necesario) que el hombre tiene grandes dotes actorales, pues si algo hace en la presente es cargar en sus espaldas todo el peso narrativo y sustancial de la película, él solito, sin perder la compostura en ningún momento. Y no es poca cosa, considerando que "She wore a yellow ribbon" es una película de tono elegíaco, a veces amarga y hastiada, llevada por la melancolía, en permanente estado de alarma así como de lamento, con mucha ambigüedad; el personaje de John Wayne, acechado por la idea del retiro, se mueve con serenidad y algo de descreimiento hacia su propia figura, aunque la tristeza y la nostalgia se le notan en la mirada de inmediato: el hombre está dolido, y este patrullaje final será un recordatorio de sus años en servicio y de los venideros en soledad. Tanto el personaje de Wayne como el tono que Ford le imprime a sus imágenes dan cuenta, primero, del respeto que Ford le tiene al ejército (sin caer en el panfleto gratuito y fundamentalista), así como, segundo, de la mirada desmitificadora que se encarga de demostrar que estos hombres no son superhéroes ni inmortales o que todo era triunfo y celebración, sino que también debían convivir con el fracaso y los días malísimos (que lo diga el sombrío Henry Fonda de "Fort Apache", aunque ahí se plantean otras cosas). Así, con un enfoque más realista, Ford nos muestra lo difícil que es la vida militar de aquel entonces y qué tanto puede afectar a un hombre.
  Pero como Ford no es sólo un hablador, también está el aspecto del relato, ejecutado con agilidad y precisión tomando como base el último patrullaje de John Wayne, no sólo la fuente de toda sustancia ética y moral, sino que también fuente, medio y fin, de los conflictos. Ford vuelve a utilizar (aunque en menor medida) el mecanismo del enemigo invisible que tan buenos resultados diera en "The lost patrol", con todos estos soldados patrullando (y transportando mujeres) a través del desolado y peligroso paisaje, seguros de que hay indios observando y prestos para atacar, pero a merced de la sorpresa y la incógnita, el miedo, que no deja de ser una representación del miedo de Wayne al olvido (los dotes expresivos de Ford ya han sido ampliamente alabados por acá). Vemos a los indios un par de veces, pero el efecto es el mismo: opresión y tensión. Y mientras el viaje avanza con esa sensación en el cuello, Wayne se percata de que, efectivamente, no todo puede ser luminoso ni perfecto, y vaya que nos duele asistir a dicha constatación. No hace falta decir que Ford aúna a la perfección comedia y drama, alta tensión con contenida violencia, etc.; en serio que no hace falta.
  Con todo lo que me ha encantado esta película, sí debo decir que tengo un pequeño reparo que hacer: el final. No es mal final, desde luego que no, pero no es el final que esperaba ni tampoco uno muy coherente con el desarrollo y el tono que desprendían las imágenes y John Wayne: le cambia el sentido al film. Un final menos feliz, perdonen lo redundante y obvio, habría dolido más, sí, pero habría sido más inolvidable en mi opinión, por el sentido trágico que conlleva. ¿Se imaginan a un derrotado John Wayne perderse en el atardecer, para ser consumido por la eternidad del tiempo no como un héroe sino como una persona más? Vaya que habría dolido y sido demoledor, pero habría finalizado con propiedad lo planteado al inicio: no siempre se vive de victorias. Eso sí, lo que reprocho no es necesariamente la vuelta feliz (aunque me haya centrado en ello), sino las palabras (textuales y audiovisuales) que engrandecen al ejército gratuitamente, tan fuera de lugar que es como si quien las hubiese escrito no hubiera visto o leído todo lo anterior. Me parece bastante sospechoso el borrón y cuenta nueva. Un poco más de pesimismo y resignación no es mucho pedir, pienso...
  No obstante, "She wore a yellow ribbon" me parece una bella, contundente e impecable película, tanto por ese amargo sentir tan bien expresado en la dirección de Ford y en la potente e inmensa actuación de John Wayne, como por un relato escrito y ejecutado con sentido del ritmo, dirección y coherencia interna. El epílogo dejémoslo de lado, pues lo veo impostado e insertado a la fuerza, y aunque las resoluciones argumentales se enmarquen en la misma categoría discursiva facilona (si el descenso era largo e inmisericorde, el ascenso es fugaz y no deja duda alguna de la grandeza de sus próceres), sigo considerando a este film brutalmente honesto y auténtico. Sí señor, de todas formas inolvidable.

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