jueves, 10 de septiembre de 2015

Law and Order - 1969


Director: Frederick Wiseman

  Parece que ha brotado una fiebre de documentales en este blog, algo siempre necesario y saludable cuando es por propia inquietud y curiosidad y voluntad, no cuando te lo intentan meter por el culo en la puta universidad, cuna de la simplicidad y superficialidad (por no decir idiotez), aunque todo eso no vale la pena, con suerte en año y medio seré libre de toda esa mierda. El otro día comentaba la opera prima de Wiseman, "Titicut follies", un durísimo paseo por los interiores de un recinto para reos con problemas mentales. En los años que siguieron a su debut, Wiseman se dedicó a filmar la cotidianidad de prácticamente cada institución estadounidense, y hoy día es el turno de la policía, que usualmente gusta que le filmen sus actividades siempre y cuando no sean civiles con twitter o facebook, más dados a la impulsiva denuncia que a la impasible y certera observación de Wiseman, ulteriormente tan o más útil, pues más que grabar situaciones concretas (injustas o no), además de parecer inofensivo a los oficiales sedientos de atención, hace mordaces retratos fílmicos de una sociedad. "Law and order" es uno de esos imperdibles retratos.



  Es más que probable que con los documentales de Wiseman me repita una y otra vez, especialmente en lo que concierne a su estilo cinematográfico, su estilo documental, más dado a la cruda observación que a la limitada sentencia moral y/o ideológica. Para Wiseman la situación hecha fotograma es la que contiene el discurso y la que lo transmite, no necesariamente su lente o posición como director, que si bien elige qué encuadrar en cada momento, siempre busca mimetizarse con la situación, no alterar su funcionamiento ni su carácter de auténtico, algo siempre difícil cuando hay una cámara cerca. Wiseman busca la verdad, y aunque pueda sonar pretencioso o delirante, sus documentales no se alejan mucho de esa verdad, que llega de la mano tanto de los ciudadanos como de los mismos policías, los primeros siendo mezquinos taxistas, señoras desventajadas, niños problemáticos, pandilleros arrogantes, borrachos y drogadictos..., los segundos variando desde los desinteresados hasta los déspotas, sin que encontremos a uno realmente idealista (ven su labor como un negocio más que como un servicio social: ¿en qué ciudad puedo ganar más dinero?). ¿Qué ciudad se nos construye, qué retrato social? Si bien los ochenta minutos de metraje se hacen cortos para establecer conclusiones grandilocuentes (ciertamente se hacen cortos en general: yo quería seguir viendo más y más), tenemos lo que ya pueden intuir: en su mayoría, problemas con negros, aunque en el metraje no veamos situaciones de brutalidad injustificada o racismo solapado (a los policías filmados parece más irritarles los borrachos, en su mayoría blancos), si bien es obvio que sus problemas nacen de una carencia más injusta. En cualquier caso, de que se van haciendo diagnósticos, se van haciendo diagnósticos, eso es innegable. Tenemos momentos de humor, algunos realmente desconcertantes (como cuando un aspirante a policía, ante la pregunta de "¿por qué quieres ser policía?", se queda en silencio mirando al techo durante treinta segundos para responder "no sé"), otros más o menos duros, varios incómodos, un par risibles (como la blanca histérica) y todo lo que quieran; Wiseman monta todo sin mayor lógica narrativo-argumental: un collage de sucesos, conversaciones, etc. Se podrá reconocer a un par de policías, podrá establecerse una vaga línea argumental (un pandillero con querencia a amenazar de muerte a policías que se aconsejan vigilar sus espaldas), pero en general estamos hablando del estilo formalmente despojado y visualmente impasible de Wiseman: no hay orden, no hay ley, sólo caos, sólo salvajismo y un mundo lleno de mierda. Tampoco hay caricaturas ni prejuicios ni alabanzas: todo es gris y sucio. Puede que "Law and order" no sea tan duro y terrible como "Titicut Follies", pero es igualmente crudo y desesperado. Eso sí, me gustaría saber qué cosas Wiseman dejó en el tintero...

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