domingo, 13 de septiembre de 2015

Grey Gardens - 1975


Dirección: Albert & David Maysles y Muffie Meyer y Ellen Hovde

  Quizás el documental que mayor éxito crítico le ha significado a los Maysles, el que más legado ha dejado al panorama del documental, es "Grey Gardens", y no seré yo el que diga lo contrario: es realmente bueno y aterrador. En la tele están dando la final entre Federer y Djokovic, y cuando pensaba que el suizo iba a tirar la toalla, comienza la verdadera batalla. Puede que termine ganando el serbio (tiene más posibilidades ahora mismo), pero vaya que se ha puesto infartante este encuentro, la agresividad de Federer es asombrosa, tiene contra las cuerdas a un Djokovic por completo aturdido. Partidazo, damas y caballeros, una absoluta e inconmensubrale gozada. Ojalá el serbio alcance a reaccionar, aunque ambos tenistas me caen la mar de bien, así que en cualquier caso me puedo dar por satisfecho. Por lo demás, el tercer episodio de "Fear the walking dead" confirma que estamos ante una serie realmente buena, y que puede ir a mejor. Pero bueno, tengo que comentar el documental de los Maysles y compañía, que para eso me pagan...


  Edith Ewin Bouvier Beale y Edith Bouvier Beale, madre e hija respectivamente, una cerca de los ochenta y la otra en mitad de sus cincuenta, alguna vez conocidas y prestigiosas mujeres de la alta sociedad, ahora viven en completo aislamiento en una casa en mal estado y con pinta a empeorar. Pero el aislamiento no es sólo social y físico, sino que también, podríamos decir, mental... e incluso temporal. Las citadas señoras no están en su mejor forma, eso es seguro, y no es agradable ver tan dañino delirio.


  Qué nervios, qué nervios... O gana ahora o gana después, o simplemente no gana... Match point, gente, match point... ¡Y gana Djokovic, damas y caballeros! Me alegro que haya ganado, aunque por otro lado me apena que el partido no continuara; estaba siendo emocionante, por decir poco, y otro set más habría sido aún más espectacular. No obstante, hay que ser realista: debo comentar este documental y otra hora más de partido, a estas alturas de la noche, me habrían retrasado terriblemente. Lo cierto es que Federer reaccionó demasiado tarde, pero en fin...
  Bueno, bueno, ahora que estoy concentrado, demos cuerda al asunto. Me ha gustado este documental. "Grey gardens" tiene algo extraño, incómodo, pero también conmovedor y profundamente humano. Son sueños, ilusiones, tristezas, golpes bajos..., de todo. Sigo negándome a alabar a los Maysles por varias razones, la primera de ellas una especie de estupidez que aún así me parece ineludible: estos documentalistas tienen suerte, y si madre e hija no hubiesen sido parientes de Jacqueline Kennedy, que si entendí bien en su momento les reparó la casa para evitar que la ciudad las desalojara (el mal estado era tal...), probablemente estaríamos ante una pieza olvidada y no tan aclamada como en su momento o ahora. Puede ser argumento de adolescente resentido o infante testarudo, pero ahí está. Lo segundo, si hay algo que le dé valor a este documental, son sus dos protagonistas, cuya enorme y casi inabarcable historia (que de repente se cuela, con tremebunda brusquedad, a través de las grietas de sus complejas personalidades) inunda cada imagen, cada escena, cada cuerpo. Los Maysles, no lo niego, aciertan en filmar todo con su estilo directo (ni tan direct cinema puesto que los tipos no se intentan esconder como realizadores, si bien tampoco podían toda vez que las mujeres rompen la cuarta pared con total e imparable naturalidad, aunque a veces "hacen trampa" y preguntan por sucesos pasados y opiniones que generan importantes discusiones y guían la acción. Tampoco es que sea el peor pecado, pero se nota el ansia por sacar algo), es decir, no con una estructura "biográfica", con cuadros o resúmenes o esos mecanismos televisivos con solemnes voces narradoras, sino que simplemente filmando con toda crudeza la dura cotidianidad de estas mujeres, mucho más atrapadas de lo que la primera impresión puede sugerir. Así, una vez que la cámara está donde debe estar, madre e hija se adueñan de la función. ¿Y qué vemos?, ¿de qué trata "Grey Gardens"? De una lucha, una batalla, perdida o no, pero lacerante al fin y al cabo. Una lucha entre madre e hija, una típica lucha entre madre e hija: rencores, amores, malas decisiones, abandonos, culpas, recriminaciones, manipulaciones... Y esto es tan sólo la punta del iceberg. ¿Qué sigue? Una lucha entre presente y pasado, entre la gloria y comodidad de antaño y lo solitario y polvoriento del ahora, con la única compañía de gatos, mapaches y un vago de dudosas intenciones. Pero eso no es todo, no señor: este duelo madre e hija y pasado y presente es la triste expresión de dos mujeres que ya no están del todo bien de la cabeza, que huyen despavoridas de su realidad, que esconden su infelicidad e indefensión en ese deslumbrante pasado y, peor, en una realidad alterna que nunca existió, una realidad donde la madre era una famosa cantante y la hija una millonaria esposa y bailarina. Una crisis de identidad, una hija de cincuenta y cinco años que se siente como una niña y que desea sentirse una mujer, una madre demasiado complaciente consigo misma y displicente con el delicado fruto de su vientre: dos mujeres dañadas y alteradas, perdidas y abandonadas a su suerte. Como si fuera poco, son especialmente incómodos los momentos en que la hija parece coquetear con el camarógrafo, como si se estuviera enamorando de él. ¿Otro intento de fuga más, otra decepción en ciernes?
  Muy recomendable documental, aunque les advierto, es bastante incómodo y exigente, especialmente por el tipo de relato que es: digamos una especie de historia, sin inicio ni desarrollo ni final, que sugiere otra historia diez veces más grande y dolorosa de manera pausada y sin apenas conflicto más que las constantes discusiones o remembranzas. No es la clase de espectáculo que espera la gente, acá la cosa es más punzante y subyacente: realmente no hay cambios, realmente no pasa nada... ¿o no? Una de las escenas finales, cuando vemos a la hija bailar en una derruida habitación, es realmente desoladora y elocuente: casi se pueden ver los candelabros, las finas paredes, los hermosos vestidos y, más aún, el apuesto hombre que baila con ella. Sin embargo, nada de eso está, o siquiera existió...

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