lunes, 27 de abril de 2015

The Iceman - 2012


Director: Ariel Vromen

  Lo sabía, así es. Sabía que "The Iceman" es de esas películas que no son ni malas ni buenas, y que están destinadas al olvido una vez finalizado el visionado. Es algo apreciable, en el sentido de que no es despreciable ni una basura, pero no merece más que unas palabras medianamente positivas, sobre todo porque el resultado final es el claro producto de una lastimosa autolimitación. Empobrecimiento argumental y estético, disfrazados de cierta efectividad, son los sellos que Ariel Vromen deja en la película. Es una pena, porque había material de sobra para sacar adelante una gran película.


  "The Iceman" trata sobre Richard Kuklinski, un sujeto que pasó de trabajar en un laboratorio de películas porno a ser un frío y mortífero asesino a sueldo para un mafioso de Brooklyn. Se verán sus inicios en el negocio y, desde luego, su final, todo marcado por la doble vida que llevaba y el peligro de tener una familia en medio de tanta sangre y muerte.


  Lo más grave que se comete en "The Iceman" es desaprovechar la a priori interesante figura de Richard Kuklinski en sus distintas y disímiles facetas, como son la familiar y la profesional, las dos únicas que nos muestra la película, a decir verdad. Parece obvio decirlo, y así lo nota el director, pero el problema es que Vromen se queda en la superficie de las cosas y poco profundiza en lo psicológico del asunto este, sólo se limita a poner la cámara por ahí y que ésta muestre uno que otro asesinato, uno que otro momento familiar, y uno que otro momento de mafiosos. No se plantea una exploración introspectiva de este asesino a sueldo, simplemente vemos un biopic al uso y sin importancia o aporte alguno, menos para comprender o conocer al sujeto real y, de ser posible, reflexionar en torno a la naturaleza de su situación y de su humanidad. Para Vromen parece ser suficientemente creíble mostrarnos un par de escenas en las que Kuklinski recuerda a su padre golpeándolo con un cinturón para que nos traguemos que luego mate sin compasión ni reflexión alguna. ¿De dónde nace la frialdad, la violencia? Porque en este mundo hay multitud de hijos que han sido golpeados por sus padres durante años y años, y puedo estar seguro que menos de la mitad de ellos se convierten en asesinos seriales del nivel de Kuklinski una vez crecidos. ¿Qué mueve y motiva a Kuklinski? El dinero y la supervivencia, desde luego: hay que hacer lo que hay que hacer, sobre todo si te están apuntando a la cabeza, pero vamos... "The Iceman", en el fondo, no trata sobre nada; sólo se contenta con mostrar a un asesino de mano firme al disparar pero al que le tiemblan las piernas cuando piensa que sus hijas están en peligros y... esperen... ¿Hay un rasgo humano ahí? ¿Un cruel asesino que ama a su familia?, ¿puede ser verdad? Parece que a Vromen le sorprende el hecho de que Kuklinski pueda no ser un asesino carnívoro todo el tiempo, pero en fin...
  Olvidando el nulo bagaje conceptual y espiritual de la película, ésta tampoco hace muchos esfuerzos por quedarse grabada en la memoria. Del metraje entero se podrán salvar unos cuantos buenos momentos, aquellos en que la tensión está bien manejada básicamente porque no podía ser de otra forma -y porque la cotidianidad e inocencia amenazada siempre es algo desasosegante de ver-, pero a grandes rasgos la liviandad es abrumadora, insisto, considerando el personaje central de todo y la supuesta complejidad de su ambigua vida. Ni siquiera hay una atmósfera malsana y malvada que oscurezca cada hecho violento y amenace cada instante familiar. Como digo, todo avanza entre los buenos momentos, los intrascendentes y los innecesarios, mientras Kuklinski no cambia un ápice de su personalidad. "The iceman" es una película plana y pueril, filmada sin personalidad, pero de rescatable -aunque en nada reivindicable- calidad, la suficiente como para no tirar todo esto a la basura. Y yo sigo sin entender cómo demonios tomas a un personaje tan rico en posibilidades y lo abandonas en un mar de vacío.
  Hay un programa llamado "Most evil", en español "Índice de maldad", en el que el doctor Michael Stone analiza a distintos asesinos seriales para luego ubicarlos entre el primer o el último nivel en su escala de maldad, de 22 escalones, siendo el 1 para los menos malvados y el 22 para los peores. Kuklinski tuvo el honor de llegar al nivel 22, y es porque Stone escarbó en su pasado y su personalidad, mucho más macabra  y despiadada que la que ofrece la inofensiva película de Vromen, moralmente consevadora a más no poder. ¿Por qué? Porque Kuklinski lo único que tenía en la mente era matar por dinero y listo, sin arrepentimientos de verdad; por el contrario, en la película se le obliga a decir que lo que más lamenta es haberle hecho daño a su familia al mentirles durante tanto tiempo, cuando en la vida real el hombre golpeaba a su mujer y gritaba y amenazaba a sus hijos. Sinceramente, no sé qué demonios pretendía Vromen con esa modificación, pero no llega a ningún lado y sus intentos de mostrar que hasta el más vil monstruo tiene un rasgo de humanidad fallan estrepitosamente. Creo que eso queda de mejor forma en el "The Killing Joke" de Alan Moore -a propósito de la controversia generada por la apariencia del nuevo Guasón de Jared Leto, el cual tiene claras reminiscencias del de Moore-, un relato aún más espeluznante porque parece decirnos que hasta el más honorable tiene un grado de venenosa locura... Vromen piensa que ser bueno es ser padre de familia, cumplir con el sueño americano al pie de la letra... si lo escuchara el Brad Pitt de "Killing them softly", o el verdadero Richard Kuklinski, el hombre que le respondió "son sólo negocios" al juez que le preguntó por qué mataba...
  En fin, "The iceman" es una película que merecidamente pasó sin pena ni gloria; limitada y autocomplaciente, su pérfida corrección moral y política es lo que acaba por enterrar tempranamente una historia sin nada que contar ni reflexionar. Lo de Vromen es un simple e inocuo anecdotario, una lectura ilusa y tonta de la realidad y de su personaje principal. Nada más. O sí: una decepción en toda regla... aunque mala-malísima no es...

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