domingo, 26 de octubre de 2014

Take Shelter - 2011


Director: Jeff Nichols

   Continúo con esta pequeña retrospectiva de la filmografía de Nichols, aún breve pero no por ello menos genial, algo que me queda absolutamente claro luego de haber visto el filme de esta entrada, estrenado cuatro años después de "Shotgun Stories". "Take Shelter" es, lisa y llanamente, una maravilla poderosísima e inolvidable; me hizo sentir abrumado en tantos sentidos que no vale la pena mencionar cada estado que el filme me generó. Lo que sí valdrá la pena es explayarme sobre cómo es que Nichols da, ya con su segunda película, un tremendo salto de calidad que lo alzan, de inmediato y sin duda alguna, como uno de los mejores directores estadounidenses de la actualidad. Diría del mundo pero aún me falta para hacer afirmaciones de ese calibre. De todas formas, siendo uno de los mejores de Estados Unidos ya es bastante mérito, con todo el talento que hay escondido por allá -casi literalmente: ¿cuántos realizadores han salido de las zonas rurales?, ¿cuántas grandes películas se ambientan en los vastos y silenciosos campos rodeados por ríos y lagos?, ¿quién dijo que la meca del cine es Hollywood?-.


  Curtis es un hombre de familia ejemplar: buen esposo y buen padre, dedicado completamente al bienestar familiar. Incluso un amigo suyo se lo dice: "Tienes una gran vida". Ese bienestar familiar, sin embargo, poco a poco se trastoca cuando Curtis comienza a ser acechado y atormentado por pensamientos y pesadillas que tienen que ver con una tormenta cuya magnitud destructiva parece ser inconmensurable. ¿Nos preparamos para lo peor?


  Hay dos grandes cosas que, de entre todo lo que mencioné en el post de "Shotgun Stories", se pueden sacar en limpio y aplicar perfectamente a lo que es "Take Shelter": primero, que Jeff Nichols se sigue consolidando como un realizador preocupado de los estados emocionales que embargan a sus personajes, ya sean los mejores que todos deseamos -plenitud, tranquilidad, etc.- o las cosas que preferimos nunca nos toque tener que afrontar; segundo, estrechamente relacionado a lo anterior, y de hecho, fundiéndose ambos en una sola entidad que conforma la identidad de Nichols como autor: la presencia del miedo, del pánico, del mal augurio, en este caso y al igual que con su opera prima, el que tiene que ver con la familia y su integridad, institucional o directamente física. Ambos elementos, perfectamente equilibrados por Nichols, sirven como sustento narrativo y atmosférico. Narrativo porque dichos estados emocionales de los personajes mueven los hilos del relato, convincente y fluidamente, a través del primigenio sentimiento de protección, no de uno mismo sino de tu esposa e hija: tu familia. Curtis siente, o quizás sea más apropiado decir presiente, ese enorme peligro acercándose y comienza a actuar de la manera en que actúa, afectando a su círculo más íntimo como a los otros de menor importancia. El meollo del asunto es que toda acción posterior nace de esa desoladora sensación y por lo mismo el relato no pierde fuerza ni solidez ni nada de nada: se mantiene como una roca durante sus dos horas de metraje. Excelencia pura. También sirve como sustento atmosférico por, tal como señala la palabra -y a riesgo de redundar-, crear una atmósfera a la que no le basta con el miedo constante de Curtis: necesita hacernos dudar y cuestionar, pues de ese miedo surge un poco de paranoia, y de esa paranoia surge la ambigüedad correspondiente de si el asunto es cierto o no, real o no. Todo esto junto es sencillamente angustiante y casi enfermante: no te puedes quedar tranquilo ningún maldito rato, pues incluso en los momentos de quietud subyace el "algo malo va a pasar... lo presiento". Y esto de la paranoia y ambigüedad nos lleva de vuelta a lo que es lo narrativo, pues no es que todos los demás tomen en serio a Curtis que digamos, lo que dificulta su empresa de hacer el dichoso refugio para tormentas. Todo esto demuestra que Nichols armó una historia y un guión prácticamente perfecto que funciona como reloj: cada segundo haciendo acto de presencia con un tic-tac interno ideal para un relato en el que el conflicto central es una especie de anuncio.


  Prosigo con otras dos cosas más: primero, aún no abandonando lo narrativo, me encantó que "Take Shelter" se permitiera ser impredecible. Por momentos Nichols, acertadamente, nos habituaba a determinadas situaciones para luego romper con esa "normalidad" provocada, e incluso dentro de ese arco de "normalidad" al que nos habitúa durante los suficientes minutos, también veremos cambios que logran que la sensación de repetición no se asome en ningún momento por nuestras cabezas y espíritus. Sencillamente me gustó verme sorprendido ante situaciones que realmente no preví, lo cual es tremendo mérito del autor, pues en estos tiempos llenos de listillos -quizás yo tenga algo de ello, pero al menos me guardo mis predicciones para mí mismo-, virar justo antes de lo esperado requiere mucha precisión. Nuevamente digo que Jeff Nichols tiene un excelente pulso narrativo. Segundo, que incluso estando ante una historia tan calculada como ésta, nunca se pierde esa honestidad que emana de los personajes, cuyos miedos y alegrías e incomodidades encuentran empatía en el espectador sin mayor dificultad. Esto es debido a que el autor, siendo consciente de la grandiosidad de la historia, llena de momentos de un extraño surrealismo que claramente revelan que éste es un relato menos simple y terrenal que el de "Shotgun Stories" o la posterior "Mud" -¡mañana se viene el comentario!-, no pierde su norte: la emoción y los estados de los personajes, los verdaderos guías del relato, seres que existen y respiran y no se dejan pasar a llevar por situaciones dadas sino al revés. Puede sonar a repetición, pero todo lleva a los personajes y su sentir: es con ellos con quien debemos conectar, no con los hechos. Lo que demuestra perfectamente esto último es un desgarrador diálogo en que Jessica Chastain le dice a su esposo que "él tiene que hacerlo" -ya lo verán y entenderán-: nada de efectismos o situaciones traumáticas, simplemente miradas y frases honestas, provenientes directamente desde el interior de los involucrados.


  Con respecto al elemento estético, nada más diré prácticamente lo mismo que dije en "Shotgun Stories": Jeff Nichols tiene un excelente gusto para las imágenes, dotadas de "ese algo" que la sensibilidad estética del autor evoca, que además logra capturar en cada imagen la esencia de la historia: el miedo amenazando la paz y alguien sufriendo debido a dicha sensación. Por lo demás, nuevamente Nichols le otorga a su película un tempo firme y notable, llena de una numerosa variedad de situaciones que no afecta el mencionado tempo ni genera baches o sobresaltos narrativos. "Take Shelter" no es una película que se tropiece consigo misma ni que se traicione ni que recurra a comodines tramposos: es ideal tal cual es.
  Michael Shannon está soberbio; Jessica Chastain está, como siempre, espectacular -y muy, muy adorable: incluso cuando está enojada uno no puede dejar de pensar "aw, qué linda, tengo que ser mejor persona"-; y la niña que hace de hija sorprende gratamente con una comedida pero profunda interpretación. A ninguno de los mencionados le falta ni le sobra nada: están perfectos. Los demás actores también lo hacen bien, pero a los tres anteriores, especialmente Shannon, nadie les gana.
  Y no puedo dejar de decirles que los últimos veinte minutos son realmente sublimes y magistrales, sobrecogedores a más no poder. No tengo ninguna maldita duda al decir que Jeff Nichols es un grande y que merece que le prendan velas y le hagan un altar. Como dije previamente, está entre los mejores directores estadounidenses de la actualidad.

  En definitiva, "Take Shelter" es un filme tremendo, desgarrador, poderoso, tensísimo, y finalmente, estremecedor. Yo todavía sigo temblando con los mejores y más memorables momentos. Inolvidable y recomendable experiencia.

Capturas tormentosas

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