domingo, 25 de mayo de 2014

The Americans - Temporada 2


Creador: Joe Weisberg

  Bastante tiempo ha pasado desde que subí el último post dedicado a una serie de televisión. No he dejado de verlas, pero pensé dedicarme más a comentar películas. De todas formas, con alguna había que volver, y qué mejor que una que ya lleva dos temporadas más una tercera confirmada, racha que no hace sino confirmar que en FX se hacen excelentes series, y que con los años van subiendo la vara exponencialmente en cuanto a calidad se refiere. Aunque The Americans no parezca ser de aquellas que rompan records de audiencia -no estoy muy al tanto de esos datos, me temo-, no tiene nada que envidiar a las cadenas más rompe-records, lo cual queda demostrado con una estupenda segunda temporada.


  No es necesario destripar la primera temporada para decirles de qué va este segundo ciclo, aunque eso implique que no pueda dar una información más completa. No importa, después de todo, mejor ver la trama que leerla. Pero para dar una pequeña idea -especialmente para los que no la han visto-, esta segunda temporada sigue con la doble vida de Elizabeth y Philip Jennings, una pareja rusa que se hace pasar por una nativa estadounidense en los años ochenta, en plena guerra fría. Son rusos de nacimiento y de corazón, pero tienen que actuar como sus enemigos políticos, todo para infiltrarse en distintos lugares y hacer misiones para la madre Rusia. El gran peligro es, incluso peor que morir en alguna misión, ser descubiertos por el enemigo y que eso afecte a los dos hijos que tienen, hijos que son una efectiva tapadera pero no por ello no amados. Y de eso va la temporada, de proteger la tapadera y la familia mientras haces lo que un espía tiene que hacer por su país.


  Supongo que voy a mencionar esto en cada serie que sea de FX: me parece sensacional que cada vez sus series se estén desinhibiendo más en lo violento y lo sexual. Ahora vemos violencia y sexo más explícito. Y no digo esto por un afán gratuito de ver sexo y violencia -o ambos juntos-, sino porque realmente la acción se hace más realista, más seca y dura, tal como la vida que un agente encubierto debe llevar. Además, dichas consideraciones siempre varían de serie a serie: por ejemplo, en Sons of Anarchy la violencia se ha hecho cada vez más brutal e impactante porque los Sons han caído en una espiral sangrienta y visceral que es la terrible consecuencia de la vida criminal elegida; por otra parte, en Justified si bien la violencia igualmente ha crecido en cantidad y dureza, no es tan grotesca como en la de los motociclistas o los espías rusos. Son distintos tipos de violencia, con diferentes niveles psicológicos e incluso simbólicos.
  Todavía recuerdo el slogan de FX -al menos en su señal latinoamericana- hace unos siete u ocho años: 'Para grandes hombres'. Supongo que ahora se está volviendo para personas grandes y adultas. Nada de niñerías ni lecciones de moral, las cosas no son ni blancas ni negras: son grises, pues gris es el mundo en que vivimos. Ahora que lo recuerdo, el slogan actual es 'Fearless'; le queda bien, más que bien, y ha quedado demostrado de sobra.


  Lo primero que me llamó la atención mientras miraba la primera temporada -el año pasado en Marienbad mi casa- eran sus personajes, y todo el lío político-moral que se arma entre protagonistas y antagonistas -además de ciertas confusiones identitarias que en esta segunda temporada tienen menos protagonismo-. Esta es una serie estadounidense situada en un período durante el cual se libró una guerra silenciosa que probablemente dejó una cantidad de víctimas mayor a la que se podría pensar. No lo sé, son especulaciones mías, pero está claro que hubo muertos. Lo importante, sin embargo, se nota al detenernos en que es una serie estadounidense cuyos protagonistas son rusos agentes de la KGB, que fue algo así como la CIA de Rusia. La lógica dice que los malos son los rusos y los buenos los estadounidenses, pero en 'The Americans' los buenos son los rusos y los malos los estadounidenses. Dicha afirmación es bastante simple y generalizada, pero al menos funciona si hablamos en términos formales: cada cosa que los dos agentes tengan que hacer encontrará en los estadounidenses una muralla que deben sobrepasar, algo natural considerando que son dos bandos enfrentados -apoyamos al protagonista, 'odiamos' al antagonista-. En este sentido, la serie logra a la perfección hacer mirar a estos dos rusos fingiendo ser estadounidenses no como villanos, sino como seres humanos -logro más importante para el público de Estados Unidos que del resto del mundo, no es que tenga predilección ni por uno ni por otro país-. Se rompen estereotipos y barreras que son bastante difíciles de derribar. Y en ese punto radica la gran importancia de 'The Americans': lo que retrata es más que una guerra entre dos grandes potencias que quieren determinar cual tiene el pene más grande, es una guerra entre individuos con distintos ideales y valores, pero individuos al fin y al cabo. En otras palabras, es la degeneración del humano mismo que se destruye lentamente pero con escalofriante efectividad. Es una conclusión ya vista -'en la guerra no hay ganadores ni buenas acciones ni héroes'-, pero en este caso hay matices que surgen desde una mirada opuesta a la típica mirada vista en cintas de corte bélico de Estados Unidos.


  Me parece sumamente interesante que el creador de la serie, Joe Weisberg, haya sido un agente de la CIA. Me imagino que debió verse involucrado en situaciones complejas y haber sido testigo de que las cosas no se limitan a panfletos de guerra y discursos nacionalistas. La manera en que los personajes están dibujados me parece notable: ninguno de ellos es un robot que recita la constitución de su respectivo país, que escupe principios capitalistas o socialistas para decir porqué uno es mejor que el otro. Como he anotado, los personajes son personas con miedos y anhelos. Philip y Elizabeth tienen dos hijos y nadie puede cuestionar su amor por ellos sólo por el hecho de ser rusos agentes de la KGB; el agente del FBI Beeman -vecino de los protagonistas-, a pesar de ser estadounidense nativo, no tiene una familia perfecta como la que parecen tener los Jennings. Olviden los clichés, todos los personajes tienen problemas personales que trascienden el lugar donde nacieron y crecieron. No hay paraíso, la vida es un campo de batalla y el territorio donde se libre no tiene nombre, pues es tierra cuyo color es el de la sangre seca de miles de anónimos.
  Junto con esta mirada más abierta y libre de prejuicios culturales, también se desliza una crítica a las instituciones gubernamentales de ambos países. Philip y Elizabeth -especialmente el primero- suelen caer en dilemas morales cuando se enfrentan a determinadas misiones, misiones que tienen que llevar a cabo sí o sí, no importa cuán doloroso y terrible sea lo que tengan que hacer, porque es por el bien común, algo más grande que ellos mismos. Y no serán los únicos personajes que se verán enfrentados a una decisión entre el 'bien común' y algún principio estrictamente personal. Qué es más importante, ¿las personas o las ideas abstractas? ¿Todo vale con tal de ganar o, como mínimo, llevar la ventaja? Después de todo, es una guerra. Como ex-agente de la CIA me parece que la mirada de Weisberg no puede ser más convincente, además, la manera en que construye los arcos dramáticos me parece notable. Son tramas inteligentemente desarrolladas, aunque no tan brillantemente finalizadas.


  Con respecto a lo anterior, el eje central de la temporada es el temprano asesinato de otra pareja de 'ilegales' -rusos que fingen ser estadounidenses-, dando pie a sospechas sobre un enemigo invisible y desconocido que puede que sepa de la existencia de este tipo de agentes encubiertos. La incertidumbre de que alguien pueda llegar y matarlos hace que los Jennings comiencen a buscar quién fue el que perpetró ese horrible asesinato, para prevenir daños a sus hijos. Claro que, a pesar de la alarma del enemigo 'cerca', la Central les manda misiones que así mismo deben cumplir. Entonces, tenemos dos líneas que están hábilmente relacionadas -y no sólo porque los Jennings sean las piezas centrales de la trama-: resolver ese asesinato y, con la ayuda de las misiones, destapar todo el sistema que los estadounidenses utilizan para llevar a cabo tácticas militares -con bastante urgencia, si me permiten agregar-. Con eso ya es suficiente para armar los trece episodios, pero hay algo más: el agente Beeman, quien lucha contra los rusos -sin saberlo, sus vecinos los Jennings, que tienen la ventaja de tener un vecino del FBI-, es otra potencial fuente de problemas si es que les descubre la tapadera; además, Beeman tiene su propia trama con Nina Sergeevna, la rusa que se metió al bolsillo. Con sus elementos particulares, las tramas terminan confluyendo de manera acertada, demostrando la calidad con la que se piensan y escriben los trece episodios.
  No obstante, debo decir que la resolución de la temporada -que no es lo mismo que el final propiamente tal- me pareció apresurado. A nivel de realización está bien logrado, pero me parece que para la paciencia con la que todo se hiló hasta ese momento decisivo, el clímax no fue del todo emocionante ni memorable. Digo que fue apresurado (i) por la rapidez con la que ocurrió toda la escena, y (ii) por la cantidad de información y revelaciones vertidas en poco tiempo: para ser una serie pausada -de ritmo e información-, que un personaje comience a revelar muchas cosas seguidas es un poco desconcertante. Sin embargo, no me puedo quejar demasiado, igual quedó bien. Lo mejor sin duda viene ya llegando al final de la temporada, cuando se deja más o menos instalado el conflicto de la temporada siguiente. En este caso me atrevo a aventurar que lo que se viene en la tercera temporada va a ser bastante descorazonador. Puede que se vengan cosas graves, y nuevamente más preguntas sobre los límites que se pueden cruzar en una guerra con tal de ganarla -o tener la ilusión de hacerlo-. Me pregunto cómo terminarán las cosas para los Jennings. Espero que la serie tenga un final voluntario decidido por el creador, y no uno apresurado por alguna cancelación. 'The Americans' merece un final digno y no forzado. Le doy hasta la temporada cinco, si todo sale bien.

  Para ir finalizando, hay un gran manejo de la tensión y el suspenso. Las secuencias de infiltración o seguimiento te ponen los pelos de punta. Hay que tener nervios de acero para ser un espía. Como podrán darse cuenta, hay una gran labor de los realizadores. Estéticamente luce muy bien, y los momentos en que los espías deben recurrir a la seducción para lograr sus objetivos están logrados con una elegancia estupenda. Los momentos impactantes también tienen una atmósfera sórdida apropiada, y aquellos donde están a punto de ser atrapados realmente son asfixiantes... No es necesario seguir diciendo que visualmente estamos ante un gran trabajo.
  En conclusión, 'The Americans' es una serie estupenda, como casi todas las otras de FX, que no sólo hace series para disfrutar su buen par de horas, hace verdaderos dramas humanos. Les recomiendo esta serie sin pensarlo dos veces, y espero con ansias la tercera temporada. Uff, falta harto todavía.
Más imágenes - изображения

No hay comentarios. :

Publicar un comentario

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...