sábado, 22 de marzo de 2014

Il Divo - 2008


Director: Paolo Sorrentino

  Penúltima película de Sorrentino que me faltaba por ver, y yo que antes de verla pensaba que iba a estar ante otra genialidad, frente un Sorrentino de nuevo en su esplendor estético y personal; y aunque lo primero sí lo logra de forma muy grandilocuente, lo segundo queda tristemente socavado por la objetividad y distancia con que se cuenta esta historia. El toque y mirada personal de Sorrentino no lo siento en este caso. Definitivamente, Il Divo no me gustó, y eso que recibió una ovación de casi diez minutos en Cannes. Estar a contracorriente nunca es muy cómodo, pero qué le voy a hacer, salvo explicarme.


  Esta es una historia real, con guión escrito por Sorrentino en solitario -como lo ha hecho en sus anteriores tres películas-, que nos narra el período de acusaciones y juicios en contra de Giulio Andreotti, político italiano que tuvo numerosos cargos numerosas ocasiones, por ejemplo ser Presidente del Consejo de Ministro siete veces, y que además fue vinculado a la mafia desde mucho antes de las postrimerías de su carrera y su vida. Así que para ser exactos, la película se centra en los años noventa del "divo" -entre otros apodos-, cuando vuelve a tener un cargo importante, y suceden cosas malas que lo apuntan a él como autor intelectual. Cómo se defiende es lo que veremos a lo largo del metraje, en esta especie de biopic.


  En esta ocasión Sorrentino vuelve a contar con su buen amigo -que es un gran actorazo- Toni Servillo, quien protagoniza esta cinta interpretando al mencionado Giulio Andreotti. 
  Siempre hay algo complicado a la hora de personificar a una persona real, ya que está eso de captar la personalidad del sujeto, captar también las maneras físicas -caminar, hablar, etc.-, y dotar con algo propio del actor al personaje. El asunto no es imitar, porque de imitadores está lleno; el asunto es actuar, algo mucho más complicado que imitar -si hasta yo imito bien a veces, pero cuando actúo es totalmente distinto, jaja-. Desde luego, Toni Servillo hace mucho más que imitar la -malísima, si me preguntan- postura del verdadero Andreotti, o su ausente expresión facial, su forma de ser, o su forma de caminar. Servillo verdaderamente actúa, y logra dotar a este personaje de un misterio, una ambigüedad en torno a su persona, en torno a si en realidad hizo todo lo que se le acusa. Andreotti sabe defenderse bien, mejor que muchos. Ahora bien, la actuación de Servillo es tan notable, está tan bien lograda esa lejanía de su personaje, y la ambigüedad de sus acciones, que uno no sabe realmente qué pensar. Yo no estoy seguro si me gusta mucho el personaje, aunque admito que la apariencia que le da esa postura lo hace ver como alguien indefenso. Pero aún así no podía sentirme más indiferente a este personaje y lo que le pasara o lo que hiciera.
  Sin duda, estamos ante toda una paradoja: gran actuación, pero de un personaje que no me importa. ¿Qué faltó? Pues una mirada, una posición, un punto de vista de Sorrentino, quien en este caso se dedica a filmar una historia de una forma "cenital", omnipresente.


  Continuando lo último del párrafo anterior, en Il Divo Sorrentino filma con demasiada objetividad, sin tener un punto de vista claro. Simplemente nos entrega la mayor información posible, proveniente de todos los involucrados posibles. A eso me refiero cuando digo que filma de forma "cenital", omnipresente: intenta abarcar y cubrir el mayor terreno posible a la hora de darnos la información. No dejar de lado a alguien de determinado sector para que no parezca que se hizo a propósito.
  Es cierto que la cámara permanece durante casi todo el metraje junto a Andreotti, y es obvio, considerando que es el personaje principal, y que la película sucede mayormente desde su posición. La posición de Andreotti, no la de Sorrentino. Puede que parezca que repita lo mismo una y otra vez, pero esa posición de Andreotti es en sí misma ambigua, incluso ecléctica. Le acusan de algo, ¿qué dice el hombre? <<no diré que no lo hice, porque las cosas siempre son mas complicadas que dichas afirmaciones>>, entre otras respuestas que aunque tengan muchas palabras en realidad no dicen nada de nada -cosa que más me parece un halago que un insulto, si es que te lo sacan en cara-. Como ven, la película sucede desde "la mirada/posición" de Andreotti, ya de por sí incierta y difusa. Y como Sorrentino eligió esa puesta en escena ambigua, no tendremos nunca una verdadera opinión suya, ni una interpretación propia de los hechos, ya que en ningún momento nos dicen si Andreotti es, en realidad, un criminal, o si es un inocente blanco de una conspiración planeada por sus rivales políticos. Ni fú ni fa, ni lo uno ni lo otro, ni chicha ni limoná. La idea es no molestar a nadie. Esto es un empate, una mera entrega de información, de datos y hechos. Es como una lectura de acontecimientos, "A hizo esto, B no estaba, C sí estaba, D no estaba pero escuchó -¿cómo?-, E estaba pero no estaba, F dijo algo que no dijo, etc.".
  Estamos ante una historia que realmente no cuenta ni dice nada, pero que está adornada con tantas palabras, que parece que vimos algo. No es más que una ilusión. Y por "palabras" quiero decir secuencias altamente estilizadas, donde ese barroquismo visual es precisamente el componente más importante de la película. La más estilizada de Sorrentino, pero también la más vacía y hueca -incluso más que su opera prima, que algo se le podía rescatar-.


  Como he dicho antes, Sorrentino es un esteta, pero un esteta que sabe envolver magistralmente sus sublimes filmes -no todos, sólo los buenos-, que contienen muchos niveles por descifrar y pensar -y sentir, por supuesto-. Grandes ejercicios de estilo con estimulantes contenidos. Lamentablemente, en Il Divo no hay contenido, sólo acontecimientos muchas veces redundantes, muchas veces unidos videocliperamente.
  En esta película en particular, la estética -los movimientos de cámara, el soundtrack, la composición de los planos- es innecesariamente grandilocuente. Mucho más grandilocuente que en La Grande Bellezza, donde esa grandilocuencia le quedaba como anillo al dedo a ese retrato del patetismo de los snobs romanos. Ahora me pueden decir que se aplica la misma lógica, dado que la grandilocuencia visual es equivalente a la grandilocuencia megalómana de los políticos con enormes egos aunque integridades pequeñas. Les digo que puede que tengan razón -sobre todo cuando nos presentan de manera tan "cool" a los amigos políticos de Andreotti-, pero esta película no explora ni profundiza en ninguno de esos temas. Es una simple historia de corrupción y asesinatos filmada con glamour.
  Nuevamente vemos a un hombre solo. Antes fueron los Antonio Pisapia, Titta Di Girolamo, Geremia de' Geremei, y Jep Gambardella. Esta vez es Giulio Andreotti el que está solo, pero nada parece importarle, al menos durante el período que cubre la película. Vemos una decepción contenida en esa parca expresión, pero nunca vemos a este personaje como es en su interior, como persona. Y me refiero a lo de verdad, no a sus manías y tics, no a sus palabras, sino a sus sentimientos. Andreotti tiene una coraza tan gruesa que es imposible de traspasar, de mirar qué hay dentro de él. Vemos lo que sucede a su alrededor, tantas veces como pierde el sentido, pero nunca vemos lo que siente. Un maniquí, un muñeco, un androide. Lo respetan, lo admiran, pero no lo entienden, no lo ven. Andreotti vive estáticamente, se las arregló para permanecer en el mismo lugar siempre, sin cambiar nunca.


  Lo que más molesta de esta película es que Sorrentino no tiene una opinión. Es una película completamente impersonal, filmada en piloto automático. ¿Odia a Andreotti, o lo admira?, ¿qué piensa de la política de su pais?, ¿está siendo irónico? Al igual que Andreotti, Sorrentino es un fantasma sin voz ni presencia.
  Il Divo es una película demasiado centrada en sus hechos, enfocándose en mostrar los acontecimientos de una forma imparcial, ecléctica, no quedando mal con nadie. Para no ofender a nadie -y eso que la gente se ofende tan fácilmente en estos tiempos-. Demasiados hechos, poca emoción. Lo único destacable es el tramo final, previo al "juicio del siglo" que se inicia contra Andreotti. En esos minutos vemos un plano secuencia que me recuerda al que hizo en Le Conseguenze dell'amore, que tiene una tensión dramática in crescendo -vean también el plano secuencia de la fiesta-. Irónicamente, la película termina en ese momento.
  *(antes de terminar, debo decir que la banda sonora al menos está bastante bien. Y la entrevista que le hacen a Andreotti también destaca por méritos propios).
  
  En fin, una completa decepción, incluso más que L'Uomo in Più. Una lástima.

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